Hemos llegado a escuchar constantemente acerca de la igualdad de género en los últimos meses e incluso años, también hemos sido testigos de diversas acciones en busca de este fin, pero, ¿Por qué es importante tener una crianza con igualdad de género para nuestros niños y niñas?
Pues bien, empecemos por conocer la definición de igualdad, según la Real Academia Española, igualdad es el “principio que reconoce la equiparación de todos los ciudadanos en derechos y obligaciones”, entendiendo por equiparación como una forma de equilibrar esos derechos y esas obligaciones; por otra parte, la Organización Mundial de las Naciones Unidas en su portal de internet refiere “(…) la igualdad de género es un derecho humano fundamental e imprescindible para lograr sociedades pacíficas, (…)”.
Ahora bien, teniendo como base que todos y todas somos iguales, que ninguno tiene mayor, ni menor valor que el resto y que tanto mujeres como hombres somos merecedores de las mismas oportunidades, ¿por qué no enfocar la crianza de nuestros hijos en una crianza donde la igualdad, el respeto y el amor sean los ejes sobre los que se edifiquen las nuevas generaciones?
Me permito mencionar algunos ejemplos; cuando una pareja espera la llegada de un bebé es casi inevitable que si nace una niña, toda la ropa y accesorios que la recién nacida será de color rosa y si es un niño el que nace, éstos mismos sean de color azul, ante esos acontecimientos me surgen algunas dudas, ¿por qué la niña no puede utilizar ropa o accesorios de color azul?, ¿por qué el niño no puede vestirse con ropas de color rosa?, si los colores son sólo eso: colores y no aumentan ni disminuyen la valía o importancia de ninguna persona, sean niños, adolescentes, adultos o ancianos; somos nosotros, los adultos, quienes iniciamos con la clasificación y la limitación y quienes vamos implementando este tipo de ideas en nuestros niños y niñas; otro ejemplo que podemos ver con facilidad en nuestro día a día, es la limitación que se le impone desde pequeños a los varones de no expresar sus emociones, si el niño se ha caído y se ha hecho daño no se le permite llorar y expresar así su sufrimiento “porque no es una niña”, este es un ejemplo claro de cómo limitamos a cada uno, de acuerdo a si es hombre o mujer, ¿Por qué un hombre no puede expresar su sentir y una mujer sí? ¿Por qué es sinónimo de debilidad y no de fortaleza el poder y saber expresar cada una de nuestras emociones, si todos las tenemos?; otra situación que se da con frecuencia es el tipo de juguetes que se le permite a cada uno, si es niño tiene permitido jugar con carros, dinosaurios, robots, espadas, pistolas, herramientas, etcétera, en cambio, si es niña tiene permitido jugar con muñecas, utensilios de cocina, de aseo personal y desarrollar roles que estén estrechamente ligados al cuidado afectivo ya sea de personas, animales o plantas pero no se le permite jugar con objetos como los que se le permite al niño, ni representar roles que consideramos como rudos, porque “una niña siempre debe ser delicada” y si es el niño quien expresa su deseo por jugar con muñecas o con utensilios de cocina es casi inmediato el prohibírselo con motivo de que “no es una niña para jugar con muñecas” y es cierto solo en el punto de la frase que: no es una niña, es un niño jugando y representando un rol de la vida adulta, es decir, alimentarse y ejercer libre y responsablemente la paternidad.
Pudiera seguir mencionando más y más ejemplos, sin embargo, considero que con estos tres podemos darnos cuenta, de forma un poco más clara, que a través del ejemplo, les vamos implementando a nuestros niños y niñas en edades tempranas desde el seno familiar, estereotipos y limitaciones que los hacen percibirse como personas desiguales, con las que creerán y se desarrollaran a lo largo de su vida. He aquí la importancia de una educación basada en la igualdad, eduquemos a nuestros niños y niñas con respeto, igualdad y tolerancia y mas allá de las palabras hagámoslo con el ejemplo: los niños y niñas en edades tempranas, aprenden mucho mejor, cuando ven a los adultos que los rodean, llevando a cabo aquello de lo que tanto se les habla, recordemos que las palabras pueden olvidarse pero el ejemplo es arrasador, por eso, respetemos la expresión de los sentimientos de quienes nos rodean, enseñemos a nuestros niños y niñas la forma de expresar sus emociones de manera pacífica, sin agresión a alguien más, enseñémosles que no tienen por qué avergonzarse por sentir miedo o estar molestos, mostrarles que son emociones que todos experimentamos y que está bien sentirlas, seamos empáticos con todas las personas de nuestro entorno, evitemos realizar comentarios que sean negativos y mejor, fomentemos la comunicación asertiva, haciendo énfasis, en los aspectos positivos de cualquier situación en la que nos encontremos, para que de esta forma nuestros niños y niñas aprendan y se acostumbren a ser tolerantes, respetuosos y empáticos desde el lenguaje oral con todos y todas a nuestro alrededor.
Si fomentamos este tipo de crianza en el hogar los resultados que podremos obtener a futuro será una sociedad más armoniosa, comprensiva, amorosa, respetuosa, con índices de violencia más bajos que los que experimentamos actualmente, o acaso ¿No es eso lo que esperamos poder dejarles a nuestros hijos, un mundo mejor, donde puedan desarrollarse feliz y libremente? Entonces, es tiempo de poner “manos a la obra” para realizar un verdadero cambio, un cambio profundo, desde el origen: la familia.
Especialista en Psicología CECOFAM Ometepec